En 1868, Giovanni Querini Stampalia fundó una institución en su testamento con el objetivo de fomentar la cultura de los buenos estudios y las disciplinas útiles. La Fundación sigue encarnando esta misión, sirviendo como un espacio para la investigación y la educación, el encuentro y el diálogo, el desarrollo individual y la difusión del conocimiento.
La Querini Stampalia es una de las fundaciones culturales más antiguas de Italia, reconocida por una amplia red de entidades públicas y privadas. Cabe destacar que el Estado, la Región del Véneto y el Ayuntamiento de Venecia, junto con universidades, organizaciones nacionales e internacionales, asociaciones y empresas, reconocen su importancia. A medida que estas colaboraciones se amplían en número y diversidad, la Fundación organiza diversos proyectos y actividades.
Sobre la historia de Querini
Información proporcionada por la Fundación Querini Stampalia.
La leyenda cuenta la descendencia de la familia Quirini, posteriormente Querini, de la Gens Galbai, vinculada al emperador romano Sulpicio. Más allá de la historia, es sin duda una de las familias más antiguas de Venecia, que durante siglos ocupó un lugar destacado en la vida política y social de la ciudad.
La conspiración urdida por los Querini y los Tiepolo en 1310 contra el dux los condenó al destierro, a la cancelación de su escudo de armas y a la demolición de dos tercios de su palacio en Rialto. Tras la revuelta, la casa se dividió en tres ramas: la de Santa Maria Formosa o Ca' Mazor, condes de Stampalia, la de San Silvestro y la de Santa Giustina, a la que pertenece Pietro Querini, señor de los feudos de Castel Temene y Dafnes en la isla de Candia.
Las posesiones de los Querini al sur de Candia, capital de la isla homónima, eran famosas por el vino malvasía y las pasas sultanas, productos que sin duda cargaron en el barco Querina, protagonista del audaz naufragio. Sin embargo, el viaje de Pedro hacia Flandes comienza en la fortaleza de Castelfranco, importante lugar de defensa y almacenamiento de mercancías de todo el Mediterráneo, que aún conserva los escudos de armas patricios de los Querini y el Dolfin en el portal de acceso. Tras el increíble desembarco en Lofoten, la tripulación, reducida a dieciséis hombres, regresó a Venecia en 1432.